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Raquel Cordeiro Antepazo

Este es mi CV  (Cuento Vital):

A mediados de los años 70 nació en la península del Morrazo, una pequeña dama de nombre Raquel. De personalidad esencialmente alegre y saltarina, inundaba con su sonrisa a todos los que la rodeaban haciendo que sus vidas y sus corazones se llenasen de esa calidez que sólo aporta un buen fuego resplandeciente en una fría noche invernal. Algunas de sus fotos actuales  intentan trasmitir ese sentimiento y esa visión tan particular de la vida.


Su infancia en Cangas y la profesión de su padre, marinero de altura, impregnaron su carácter con un tamiz de romanticismo y melancolía que despuntó en primer lugar a través de ese tipo de fascinación primitiva, como la que se siente al contemplar el fuego, por el gran azul y que aún hoy en día se desprende de alguna de sus imágenes.

 

Desde su hogar, podía divisar como el océano atlántico fecundaba las tierras gallegas dando a luz a la ría de Vigo de la que quedó prendada para siempre y, desde la que tantas veces vio partir  el  barco de su padre y a la que escudriñaba ansiosa esperando su regreso de El Gran Sol.
 

Junto a su casa se encontraba el cementerio municipal, lugar que también se filtró en el subconsciente de la niña como el café de la mañana, destilando una visión inquietante y ligeramente oscura de la realidad que le rodea. Quizás todo esto hizo que ya desde muy pequeña mostrase una preocupación acuciante por el tiempo y por el espacio. De hecho, sus padres pensaron que tenían en la casa una discípula innata de Einstein.
 

Pero no era así. Los pensamientos de la niña recorrían otros vericuetos del alma. LA PREGUNTA cuyas brasas comenzaban a prender en su cabecita y a la cual no tuvo respuesta hasta mucho tiempo después no era otra que la de ¿CÓMO PODÍA ATRAPAR LOS MOMENTOS ESPECIALES DE LA VIDA, TANTO LOS BUENOS COMO LOS MALOS, PARA QUE NO SE LE ESCAPASEN JAMÁS? Tanto era así que no quería dormir por las noches para que no se le escapase ni un suspiro de vida sin ser consciente de ella.
 

En otras palabras, para sorpresa de sus progenitores no le interesaba tanto aprender sobre las relaciones entre las distintas dimensiones de nuestro universo sino que más bien se trataba de aprehender los sentimientos que definían y daban sentido a dos de estas dimensiones.
 

Así que con el tiempo se fue a Santiago a estudiar, no Física sino Ciencias Políticas y se enamoró de una ciudad de piedra y lluvia.
 

Tras licenciarse decidió permanecer cuatro años más en la Universidad con una beca en un equipo de investigación social, dónde siguió compartiendo con la melancólica lluvia la nostálgica ausencia del mar.
 

Un día un bichillo le abrió las puertas a un mundo de magia y sueños, y puso en sus manos su primera cámara réflex, que hizo latir su corazón con una fuerza antes desconocida para ella. Le mostró además a otro de sus grandes amores, la poesía visual de Chema Madoz y Raquel, ahora ya una mujer de cámaras tomar, lloró como una dulce y frágil niña. Pero era un llanto de alegría, tierno y sosegado, porque al fin había encontrado UNA RESPUESTA a su pregunta. Por fin, después de tanto tiempo, en el que las ascuas se habían convertido en un fuego devastador que la atormentaba por dentro AHORA YA SABÍA QUE DEBÍA HACER PARA CONGELAR LOS SENTIMIENTOS. “Transformar y atrapar la realidad a través de una imagen”
 

Entonces sin perder un instante, se puso manos a la obra, y llegó el ansiado momento, había conseguido plasmar en una imagen todo el sentimiento que encerraba ese mágico instante. Allí estaba un duendecillo queriendo tocar el cielo y embriagada de esperanza, sobre una roca, cerca del mar, en una isla….de cuento.
A partir de entonces su visión de la realidad y del mundo que la rodeaba cambió, siempre con los ojos bien abiertos enfocando con su mirada y en definitiva haciendo magia.


Con el paso del tiempo esa pasión por las imágenes despierta en ella la necesidad de aprendizaje y para ello, realiza algún curso on line, y comienza a comprar algún manual, y algún otro libro de fotografía. Decide hacer de su actividad un acto compartido y se matricula en varios cursos de la USC, profundizando en los misterios del arte de la fotografía de la mano de Fuco Reyes. Y fue a partir de entonces, cuando comienza a investigar y descubrir alguno de sus héroes fotográficos: Man Ray, Sebastiao Salgado, Francesca Woodman, Eliot Erwit….
Experimentar, descubrir, investigar, aprender, compartir a través del Fotoforum Compostela, incluso participar tímidamente en un concurso de barrio del que resultó premiada. Las imágenes le permitían soñar con los ojos bien abiertos.


Y, así llega hasta nosotros hoy, con esa mirada del mudo llena de ingenuidad, divertida, melancólica, soñadora, segura de que la magia existe, intentando invitarnos por una parte, a cuestionarnos la realidad en sus reflejos, como ya hiciera otrora Alicia y, por otra, a relacionarla con otras artes, como la poesía y la música.

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